Con sus propias palabras, Cedrón nos recuerda que «Por diversas circunstancias del destino me tocó andar por muchos lugares de este planeta, siempre con mi profesión, oficio o como quieran llamarle. Empecé dibujando en las paredes de la cocina de mi casa a los seis años, desde allí no paré nunca. Dibujé sobre paredes, papel, piedra, latón, arcilla, chatarra; en fin, materiales diversos, soportes diversos y también momentos históricos diversos»
Alumno del prestigioso Horacio Butler. Participó en más de cien exhibiciones individuales y colectivas en ciudades de Argentina, Brasil, Italia, Venezuela, Portugal, España, Francia, Estados Unidos, Alemania y Chile. Ilustró las obras de Antonio Machado y Edgar Allan Poe. Realizó murales en Argentina, Paraguay, Venezuela, Francia, Brasil, Madeira y Portugal. Esculturas en hierro para Paraguay, frisos y en hierro y piedra para Brasil y de bronce y paneles para Portugal.
En 1979 publicó La raíz del ombú, en coautoría con Julio Cortázar. Su producción artística mereció importantes distinciones entre las que cabe destacar el Premio de la Cámara de Diputados de la Nación y el Primer Premio del Salón de Otoño (Buenos Aires, 1961); la Medalla de Oro de la Asociación de Dibujantes (Buenos Aires, 1962); el Gran Premio de Dibujo de la Universidad Los Andes (Mérida, Venezuela, 1975); el Premio Domus (Milán, 1975); la Mención Honrosa de la Bienal Óbidos (Lisboa, 19991) y el Premio Carrera del «Movimiento Arte Contemporânea» (Lisboa, 2001).
La tarea de Cedrón no se agota en el dibujo: su prolífica obra se extendió además al muralismo, pintura, grabado, escultura y cerámica, con la sobreabundancia imaginativa que manifestaron sus figuraciones, a lo largo de su trayectoria. Además, su huella no se borró: pintores como Gorriarena, Alonso y Broullon nunca pudieron olvidarse de ese trazo de tinta negra y colores violentos que arrastraban a sus figuras hasta el límite de la deformación.